miércoles, 4 de agosto de 2010

Collage

Usualmente, Spectator tiene por norma no andarse metiendo en las vidas privadas de los demás. Lo que hagan otros en su soledad o en su intimidad no es asunto de Spectator, no es la función de Spectator el andar fisgoneando en asuntos que no le incumben. Pero en ciertos casos excepcionales, es justificable hacer una excepción, sobre todo cuando lo que hace una persona en su vida privada tiene un impacto directo en su toma de decisiones afectando positivamente o negativamente las vidas de millones de seres humanos. Y si alguien por sus decisiones puede tener un impacto directo en las vidas de sus compatriotas, cualquier cosa que pueda afectar su juicio degradando las funciones mentales superiores de las cuales dependen sus conciudadanos para la conducción de un buen gobierno se convierte en un asunto de orden e interés público.

Tal es el caso sobre la presunta afición que el Presidente de México, Felipe Calderón, le ha estado tomando a las bebidas alcohólicas, a grado tal que se rumora insistentemente que ha creado en sí mismo una dependencia severa que requerirá de ayuda médica especializada para poder sacarlo adelante si es que reconoce que tiene un problema y que necesita ayuda para poder salir adelante:




Esto no es nada nuevo que esté siendo revelado aquí por Spectator. Es un secreto a voces que se ha estado repitiendo de mil maneras por diversos medios, el que Felipe Calderón se está refugiando en el licor para huír de la terrible realidad que se ha creado para sí mismo y para el resto de los mexicanos, una solución escapista que a fin de cuentas no resuelve nada, y que a fin de cuentas es la solución del cobarde.

No sería la primera vez que se afirma por medios diversos que un gobernante emanado de la derecha esté dispuesto a embotar sus neuronas cerebrales recurriendo a experimentos de índole química para paliar problemas que deben tener un trasfondo más serio que serían mejor tratados por ayuda médica y psiquiátrica, atrofiando severamente su juicio y sus decisiones. En su momento, cuando al entonces Presidente de México Vicente Fox el periodista de Univisión Jorge Ramos le preguntó el mes de septiembre del 2003 si era cierto que el primer mandatario de México estaba recurriendo al tranquilizante Prozac para poder continuar funcionando, Vicente Fox no lo negó, pero dió por terminada la entrevista haciéndose el ofendido.

¿Tienen derecho los mexicanos a saber si el hombre que rige los destinos del país está recurriendo a tranquilizantes y antidepresivos, o lo que es peor aún, a substancias que pueden ocasionar una severa farmaco-dependencia? Muchos opinan que sí, que esto es un asunto de orden público, que se trata de un asunto de Estado, e inclusive sostienen que algo de esta naturaleza es tan grave que de confirmarse ameritaría la destitución del gobernante al considerarlo incapacitado mentalmente para poder seguir ejerciendo su cargo.

Felipe Calderón llegó al poder con la ayuda de una guerra sucia mediática de tintes Goebbelianos que estuvo denunciando por meses al candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador -que lo aventajaba ampliamente en las encuestas- como todo un peligro para México. ¿Y no es un peligro para México un Presidente que sea adicto a las drogas o que se esté convirtiendo en un alcohólico? ¿Quién, a fin de cuentas, es más peligroso para un país? ¿Un líder que no requiere de muletas químicas para poder razonar en sus cinco sentidos, o un hombre cuyo juicio empieza a mostrar desvaríos con su cada vez más atrofiado cerebro distorsionando la realidad que lo rodea?

Desafortunadamente, los rumores en torno a la cada vez más escandalosa dependencia de Felipe Calderón del alcohol para poder seguir funcionando tienen un fondo que lo sustenta. Spectator no entrará aquí en detalles al respecto, ya habrá otros que en su momento lo harán, pero este asunto de orden público es de hecho algo que debería de preocupar a muchos, tanto a los que votaron por él en el 2006 como a los que no votaron por él. El punto de inicio de su problema de dependencia al alcohol sigue siendo un bien resguardado secreto, eso ciertamente jamás lo revelará el mismo Felipe Calderón, pero cabe hacer aquí una pregunta crucial: de haber padecido este problema desde antes de que empezara la contienda presidencial del 2006, y de haber estado enterado de ello el pueblo de México, ¿habrían votado de cualquier manera por él muchos de los que votaron por él en aquél entonces? Considerando el escasísimo margen de votos por el cual “ganó” la Presidencia, esto pudo haber tenido el potencial de cambiar substancialmente los resultados de la votación en el 2006 pivotando a México hacia otro rumbo totalmente diferente al rumbo por el cual está caminando México en estos momentos, pudo haber cambiado dramáticamente el curso de la Historia. Pudo, pero ya no fué. Y ya es muy tarde para dar marcha atrás en ello.

El cada vez más enraizado alcoholismo del que se acusa al Presidente de México Felipe Calderón le quita toda fuerza moral a su guerra de legitimación en contra de las bandas del narcotráfico en México que declaró a las pocas semanas de haber tomado el poder, una guerra que a la mitad de su negro sexenio le ha costado al país más de 20 mil muertos sin contar las miles de viudas y huérfanos a los cuales el Estado mexicano no les ha brindado un solo peso de ayuda para compensarles por esa narcoguerra que tan insensatamente desató un solo hombre sin pedirle autorización a nadie (ni siquiera al Congreso); porque... ¿con qué cara le pide Calderón al resto de los mexicanos que se le unan en su guerrita contra lo que más que un problema de criminalidad es un problema de farmacodependencia masiva, un problema de salud pública, cuando él mismo tiene su propio hábito pernicioso por el cual no está recibiendo ayuda médica y psiquiátrica? ¿De dónde saca la autoridad moral para emprender cruzadas persecutorias en contra de los viciosos que han caído presas de algún tipo de dependencia, cuando él mismo se está convirtiendo en un vicioso? Es precisamente esta incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace lo que ha hecho que entre los pocos que aún sentían alguna simpatía por Felipe Calderón le hayan terminado perdiendo por completo el respeto que le tenían, haciendo mofas y burlas crueles a sus costillas, terminando despreciado por una cantidad creciente de mexicanos, según puede constatarse en muchos foros y publicaciones en Internet, empezando por el hecho de que se le liga directamente como un verdadero pelele a la mafia de la ultraderecha encubierta que lo ha estado manipulando recientemente para obtener su colaboración en la perpetuación en la silla presidencial de un cada vez más ultraderechizadol Partido Acción Nacional, lo cual no resulta difícil de llevar a cabo para los conspiradores que han estado rodeando a Felipe Calderón cuando el cerebro del mandatario no puede funcionar a su plena capacidad ya sea por el Prozac, por el alcohol, o por cualquier otra cosa, volviéndolo más fácilmente manipulable por los mismos grupos que lo ayudaron a llegar a donde está:




En su declaración insensata de una guerra total en contra del narcotráfico en México, sin especificar de antemano los objetivos concretos de su “guerra” y sin ponerse a reflexionar sobre las terribles consecuencias de la misma que ya están padeciendo la gran mayoría de los mexicanos, y sobre todo sin contar en la mano con alguna “vara de medir” o algún criterio para poder declarar una “victoria” por parte del Estado, a Felipe Calderón se le ha estado comparando no sólo con el dictador fascista alemán Adolfo Hitler (al cual se le hizo fácil ordenarle a su ejército una invasión a Rusia abriendo un segundo frente de guerra cuando ya tenía seriamente comprometidas a las tropas alemanas en el frente occidental), sino con el mismísimo Napoleón Bonaparte, el cual también pese a su presunta gran inteligencia militar tuvo la desatinada ocurrencia de emprender también una invasión a Rusia para incorporarla dentro de su “Imperio” justo antes de que empezara el duro invierno ruso al que los franceses no estaban acostumbrados y que fue a fin de cuentas fue lo que vino a darle la puntilla a los invasores franceses, una lección histórica que el sátrapa de Alemania por su vasta ignorancia fue incapaz de asimilar incurriendo en el mismo error que el error en el que incurrió Napoleón.

El siguiente cartón ilustra claramente la visión que muchos detractores tienen ya del hombre que quería ser presidente a como diera lugar:




Lo anterior sin contar con el hecho de que, en las historietas cómicas, frecuentemente se liga a los personajes que se creen Napoleón con individuos residentes o prófugos de algún asilo psiquiátrico.

Entre lo mucho que podemos encontrar en Internet, tenemos el siguiente verso cargado de dobles sentidos:


HAIGA SIDO COMO HAIGA SIDO
(autor anónimo)

Yo soy Napoleón,
me siento un león,
al mando yo estoy,
de mi pelotón.

Yo quiero una guerra,
salid a pelear,
¡luchad por mi gloria
y legitimidad!

¿Votaste por mí?,
ya sabes quién soy,
mejor ni te quejes,
que el que viene es peor.

¡Hic! ¡Hic! ¡Hic!
¡Salud, salud, salud!

Me gusta el tequila,
también el sotol,
me gusta todito,
lo que tenga alcohol.

Beber hasta el fondo,
empinar el codo,
eso es lo que cuenta,
al final de todo.

Al que era “un peligro”,
le dí calabazas,
lo tumbé del trono,
a punta de babas.

Brindad por mi reino,
brindad con buen whisky,
yo soy el que manda,
a punta de lanza.

Mi palabra es ley,
y yo soy el rey,
si sigo pisteando,
¿qué me miras, güey?

Mi esposa me ignora,
no acepta a mi amante,
¿no sabe la tonta,
yo soy el que manda?

Que vengan los Yunques,
que brinden conmigo,
mi victoria es suya,
y ahora les cumplo.

¡Hic! ¡Hic! ¡Hic!
¡Salud, salud, salud!

“Para que vivas mejor”,
eso yo te lo decía,
¿en verdad te lo creíste?
¡Inocente palomita!

Cuando esté hasta las manitas,
¡que venga el Estado Mayor!
ellos sabrán levantarme,
igual que al Cid Campeador.

Estando yo briago,
no me importa nada,
me cuesta trabajo,
salir de la cama.

No tengo ni empleos,
ni nada que darte,
aguántate un rato,
mientras se me ocurre algo.

Yo soy Napoleón,
me siento un león,
al mando yo estoy,
de mi pelotón.

Yo quiero una guerra,
salid a pelear,
¡luchad por mi gloria
y legitimidad!



En realidad, entre lo mucho que ha dicho Felipe Calderón en sus momentos sobrios, hay algunas cosas que dándoles una interpretación adecuada se pueden tomar como correctas, con las cuales muchos hoy estarían de acuerdo. Como la siguiente:




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POST SCRIPTUM:


Y sigue la mata dando, o mejor dicho, la botella, o mejor dicho, pues bien...

Llaman alcohólico a Calderón en San Lázaro; revientan sesión
Jesusa Cervantes
Agencia APRO
3 de febrero del 2011

El presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jorge Carlos Ramírez Marín, suspendió la sesión de ayer, debido a que legisladores del PT colocaron en el recinto una manta en la que acusaban de borracho al presidente Felipe Calderón.

Iniciada la sesión de ayer, el Partido del Trabajo (PT), a través del diputado Gerardo Fernández Noroña, pidió la palabra para reclamar la aplicación del nuevo reglamento de la Cámara de Diputados, en el que, dijo, se coarta la expresión de las fracciones minoritarias.

Enseguida, Fernández Noroña intentó presentar como punto de acuerdo la aplicación “correcta” del presupuesto aprobado en octubre pasado, mediante el cual debían entregarse ciertos recursos a los trabajadores de San Lázaro.

El presidente de la Mesa Directiva le aclaró al diputado petista que, de acuerdo con el nuevo reglamento, cuando se trata de “gestiones” no se acepta su presentación como punto de acuerdo en la sesión que se esté llevando a cabo, sino que únicamente se les da trámite para que éstas se realicen en el área correspondiente.

Los petistas, en voz de Fernández Noroña, reclamaron que el propio reglamento, aprobado en el pasado periodo ordinario de sesiones, es impreciso, pues en una parte, agregaron, establece que entrará en vigor a partir del 1 de enero, y en otra, hasta que se hayan subsanado las observaciones que se le hicieron, entre ellas la negativa a rechazar puntos de acuerdo y cortar la libertad de expresión de los grupos minoritarios.

La discusión entre los petistas y el presidente de la Mesa Directiva se tensó cuando la diputada del PT, Laura Itzel Castillo, detectó que en el orden del día para la sesión de ayer había varios puntos de acuerdo que presentaría el PAN, pero que en realidad eran gestiones, por lo que reclamó que Acción Nacional se le permitan esos puntos de acuerdo y al PT se le nieguen.

Ramírez Marín respondió que sería “flexible”, dado que el mismo reglamento establece que el presidente pueda interpretarlo, sin embargo los petistas manifestaron su desacuerdo, en virtud de que la aplicación del reglamento era discrecional.

En ese momento, Gerardo Fernández y Jaime Cárdenas desdoblaron una manta y la colocaron justo enfrente de la Mesa Directiva. La manta rezaba: “¿Tu dejarías que un borracho manejara tu auto? ¿Verdad que no? ¿Por qué dejas que maneje tu país”. A un lado de la frase estaba una fotografía de Felipe Calderón, supuestamente en estado de ebriedad.

La acción generó malestar entre los panistas, quienes a través de su vicecoordinador, Alberto Pérez Cuevas, exigieron el retiro de la manta “por falta de respeto a las instituciones”. El panista inclusive demandó la aplicación del nuevo reglamento, al señalar que prohíbe este tipo de manifestaciones.

Mientras los panistas hacían patente su malestar, en el lado oeste del salón de plenos inició una acalorada discusión entre el michoacano Julio Castellanos y el sinaloense Jesús Cloutier, ambos del PAN, por problemas internos.

El segundo reclamaba que durante la sesión plenaria de los panistas, que se realizó antes de que iniciara el periodo de sesiones, no se le hubiera permitido expresarse, lo cual fue negado por Castellanos, diputado cercano a Calderón.

De los reclamos, ambos panistas pasaron a los empujones, y en un momento dado el michoacano fue a dar al piso. Mientras eso sucedía, el vicecoordinador del PAN, Pérez Cuevas, adelantó que si la manta en contra de Calderón no era retirada, toda la fracción saldría del salón de plenos, posición a la que se sumó el PVEM.

Derivado del pleito interno de los panistas y el reclamo de los petistas, que se manifestó a través de la manta contra Calderón, el presidente de la Mesa Directiva suspendió la sesión por no haber condiciones para continuarla. Para ese momento, el salón de plenos ya se había convertido en un griterío.

Independientemente de que se pueda estar de acuerdo o en desacuerdo con los Diputados manifestantes por la acción tomada en el Congreso de la Unión con el desplegado de la manta alusiva a la presunta dipsomanía de Felipe Calderón, lo relevante del hecho es que la fotografía en la que aparece Calderón con sus ojitos “bailando” es precisamente la de una de esas ocasiones en las cuales ni siquiera la diligente ayuda de sus mandilones en el Estado Mayor Presidencial encargados de su buena imagen pública pudieron hacer nada para tratar de tapar algo que estaba a la vista de todos. No se puede tapar el Sol con un dedo. Si queda duda alguna de ello, una inspección cuidadosa de la siguiente fotografía que muestra a Calderón con el rostro descompuesto removerá las dudas:




En dudosa pseudo-justificación del bochornoso comportamiento de aquél -que con la ayuda de la Organización Nacional del Yunque y la ultraderecha encubierta que está moviendo los hilos detrás del telón- quería ser Presidente de México “haiga sido como haiga sido”, algunos de sus defensores argumentan que lo que está viendo la Nación es una tragedia humana, la tragedia de un hombre que subconscientemente se está castigando a sí mismo por su colosal fracaso como gobernante en la conducción de los destinos del país, incluyendo los más de 50 mil cadáveres (más las viudas y huérfanos detrás de ellos) que le ha costado al país su desastrosa guerra de legitimación. Aquellos que pretenden justificarlo de esta manera, bien harían en mejor quedarse callados, que con tal “defensa” están dejando muy mal parado a su “defendido”.




Posiblemente inspirado poéticamente por las coplas puestas aquí en homenaje al presunto sibarita y presunto Presidente de la República Felipe Calderón, uno de los comentaristas de la revista PROCESO les envió unos estribillos que complementan lo puesto en este trabajo. Del comentarista César Hernando Jerez Guerrero, publicado el 30 de junio de 2011 a las 16:44 en la revista PROCESO online, se reproduce lo siguiente:

FeliPillo LOCO ALCOHOLIZADO

Ya está loco de remate
por tanto alcohol FeliPillo.
¿Se habrá zafado un tornillo
por eso actúa cual primate?
Pero la neta me late
que de tequila disparos
hicieron chuparan faros
sus penúltimas neuronas
¡Pobrecitas santurronas!
murieron entre reparos.

Dijo el FECAL bien cruzado:
“Traigan pronto un pinche rón”…
Y le llevan a Hank Rhon
que también taba pasado,
así lo habían capturado.
“¿Y ora que?” -dijo el FECAL-
¿Quién me trajo a este animal
y donde está mi bebida?
que quiero curar la herida
que Mouriño me dejó“.
Y es que mal interpretó
el guardia de la guarida.

“Disculpe aste patroncito
-contestó el orangután,
shorche que hacía de guardían-
creí quería baroncito
por sentirse tan solito
¿Y ora que hago con el bato?…
“Pues dale pinche mal trato
por PRIista y me cai gordo
y da a chirona trasbordo”
-le dio FECAL de mandato-.

“Y aprovechando el camino,
pa apoyar a Bravo Mena
y creo que vale la pena,
tirale al copete indino
a ver si así me lo arruino
y lo obligo a renunciar,
o mínimo a negociar
que yo le dé la licencia
pa próxima presidencia”
-Y un rón FECAL se fue a echar-.

La justicia es de mil caras
en este México nuestro,
con Hank Rhon uno es el rostro
y en ‘ABC’ pinta oscura
de impunidad y ataduras.
Y recordando a su padre:
es Rhon político pobre,
un vil chivito expiatorio.
Fue un manazo al Hank emporio
que al copetes descalabre.

¿Le saldrá el Rhon por la cola, al FECAL?…

Pese a todo lo anterior y por lo visto sin importarle los crecientes rumores sobre su presunta afición a las bebidas alcohólicas, el siguiente extracto editorial muestra a un individuo cuyo comportamiento al igual que el de Silvio Berlusconi solo puede calificarse como irresponsable por tratarse del primero que debería de poner un buen ejemplo por ser el Presidente de un país con más de 100 millones de mexicanos:

Presidente intocable
Rafael Loret de Mola
Analista político
30 de octubre del 2011

Cuando la democracia ha existido, tan poquitas veces en el devenir de los tiempos, el debate y la participación cívica han sido fundamentos sobre los escudos protectores del presidencialismo incluyendo el dominio de los medios masivos de comunicación, sea a través de prebendas injustificadas –como los casinos y casas de juego cuyas concesiones fueron ofrendas hacia las principales cadenas televisivas del señor Santiago Creel, en su primer intento por alcanzar la candidatura presidencial panista en 2005–, y el control de las fuerzas represivas del Estado... aunque éste haya perdido el monopolio de la violencia, acercándose al estado fallido, a golpes de mafiosos que han infiltrado a las instituciones nacionales.

La diferencia es sustantiva para poner en el justo medio las rabietas de los panegiristas del señor Calderón, empeñados en preservar los simbolismos y aislar cualquier discusión acerca de sus buenas intenciones o de sus aficiones particulares. Durante la inauguración de los Juegos Panamericanos no fuimos pocos los mexicanos que nos avergonzamos con el pastoso hablar del mandatario, ya por la noche. ¿Y esto, acaso, no tiene ninguna importancia, aun a sabiendas de que bajo un estado inconveniente rutinario se pueden tomar decisiones que puedan poner en jaque la vida de la República? No es, por tanto, una mera majadería de barrio sino un asunto de excepcional importancia si en algo nos interesa México y su destino.



Con motivo de la celebración del Día de Muertos (Día de los Fieles Difuntos) celebrado en México el 2 de noviembre del 2011, alguien le compuso a Felipe Calderón la siguiente “calavera” que aquí se reproduce tal y como ha estado circulando:


Cuatro cirios apagados
rodean un ataúd.
Ni la gente ha llegado
al funeral de este ‘azul’.

Solito se fue quedando
Calderón con su guerrita.
Al ‘presi’ están sepultando
bien guardado en su cajita.

Sin guardias presidenciales
al averno fue a dar.
Ahí encontró Federales
que no lo quieren cuidar.

Se celebra en cada casa
que ya se fue Calderón.
En México hay esperanza
con Felipe en el panteón.

Y he aquí otra joya, para darle variedad al collage:

Un Presidente tocado,
de soberbia y egolatría,
es peor que un chivo espantado,
en una cristalería.

Esta joya merece ser retocada con un buen chiste:

Un día, Felipe Calderón buscaba afanosamente algo por todos lados, revisando todos los rincones, buscando por debajo de las alfombras, buscando en los roperos, buscando en el diván, buscando hasta en el bote de la basura. Se le aparece el Diablo y le dice: “¿Qué mosca te picó? ¿Qué buscas con tanto afán? A lo mejor yo te puedo ayudar. Nadamás me vendes tu alma, y yo te encuentro y te entrego lo que no puedes encontrar. Tú dirás”. Compungido, Felipe Calderón le responde al Príncipe de las Tinieblas: “No la puedo encontrar, por más que he buscado por doquier, no la encuentro, no la hallo, y estoy desesperado”. Contesta el Diablo: “Ahora sí que me tienes intrigado. ¿Qué es lo que se te perdió? Anda, dímelo, véndeme tu alma, y yo te lo encuentro”. Responde Calderón: “Se me perdió la vergüenza”. Al escuchar esto, el Diablo suelta una carcajada resonante y estruendosa que puede ser escuchada a grandes distancias, típica de las carcajadas que se le atribuyen en sus momentos de plenitud, diciéndole: “Mira, me la pones fácil, demasiado fácil. Ni siquiera será necesario que me vendas tu alma, que en realidad no tiene mucho valor para mí porque ya estás muy desprestigiado y demeritado. En realidad, andas buscando en vano”. Responde Calderón asombrado: “¿Por qué me dices esto?” Responde el Diablo: “Porque en realidad estás buscando algo que nunca perdiste”. Contesta Calderón emocionado con una sonrisa esbozada en sus labios: “¿En verdad, nunca perdí mi vergüenza?”. Respóndele el Diablo sin poder contener su carcajada estruendosa desternillándose de la risa: “No, tú nunca perdiste tu vergüenza, porque no se puede perder algo que nunca se tuvo”.

Y aquí va otro:

Está la hermana del Presidente Felipe Calderón mirando desde lo más alto del castillo de Chapultepec a la Ciudad de México, con un peinado muy elaborado al estilo de la Reina de Francia María Antonieta y un vestido pomposo al estilo de como acostumbraban los Reyes en los tiempos de Luis XVI, cuando entran unos guardias del Estado Mayor Presidencial gritando: “¡Doña Luisa María, Doña Luisa María!”, a lo cual ésta responde: “¿Quién osa perturbar mi tranquilidad imperial? ¿De quién es el atrevimiento?”, a lo cual contesta uno de los oficiales: “Es que afuera del castillo hay unos dos mil indígenas rarámuris venidos desde la sierra de Chihuahua, todos ellos famélicos y esqueléticos con caras de no haber probado alimento alguno en varias semanas”. Responde la hermana del Presidente: “¿Y qué es lo que quieren de mí?”. Le dice el oficial: “Es que vienen llorando diciendo que ya no aguantan el hambre porque no tienen nada de pan”. “¿Que quééééé? responde la hermana del Presidente”, “¿Cómo que no tienen nada de pan? Díganles que hay mucho PAN, que hay PAN para rato”. El oficial está por irse con la respuesta cuando lo detiene la hermana de Felipe Calderón agregando: “¿Que no tienen pan? Pues que tomen... cocoa

Pero mejor en vez de patear cadáveres políticos, en vez de inflar la ya rebosante colección de anécdotas chuscas y cuentecillos profanos hechos a costillas de los yerros y desvaríos de quien terminó convirtiéndose en el blanco favorito de todos aquellos para quienes el Calderonato fue sinómino de fracaso olímpico, así sean anécdotas y cuentecillos elaborados con fines de diversión y esparcimiento en aras del buen humor, es menester incluír cosas de tenor más serio, cosas que evoquen la entrada triunfal de los Césares seguidos de cerca por las Legiones con las cuales conquistaron nuevos dominios para Roma, o como el desfile triunfal de los militares aliados que vencieron al Nazismo en Alemania encabezados por el mil veces heroico General que se levanta desde su carroza para recibir de pie con el vehículo en marcha la gigantesta aclamación exhuberante de un pueblo agradecido que le rinde tributo por haberlo salvado del peligro, o como el valeroso e intrépido Emperador que montado a caballo ingresa triunfante henchido de gloria portando en su brazo musculoso el escudo imperial a la vez que lo siguen con paso ordenado los ejércitos que comandó en el campo de batalla y con los cuales vió caer a más de 50 mil combatientes (o quizá más) mientras se decidían para la posteridad los destinos de una gran nación, cosas como la siguiente grandiosa cabalgata triunfal henchida de gloria que debe ser ensalzada de mil maneras por mil poetas y mil declamadores y debe ser recordada por las mejores plumas de los mejores historiadores que se puedan procurar para inmortalizar esos momentos supremos de gloria y apoteosis que deben ser recordados por las generaciones venideras que habrán de inclinarse en señal de respeto y en muestra patriótica de admiración hacia la grandeza de lo que es grande ya de por sí por haber sido grande de nacimiento:




Faltándole tres meses para terminar su negro sexenio, aparecieron nuevas observaciones de que -¡HIC!, perdón- Felipe Calderón tenía un serio problema de dependencia a bebidas espiritosas:

La sospechosa inactividad vespertina de Calderón
Agencia APRO
29 de agosto del 2012

Durante su sexenio, el presidente Felipe Calderón prácticamente no participó en actividades vespertinas y nocturnas, patrón que podría estar relacionado con su presunto problema de alcoholismo.

El analista Sergio Aguayo emprendió un análisis de la agenda presidencial de Calderón y concluyó que el mandatario destacó por su ausentismo en actividades posteriores a la mañana.

El estudio revisó mil 438 días de la agenda presidencial, del dos de septiembre de 2008 al 26 de agosto pasado. En ese periodo, Calderón no tuvo actividades en mil 197 tardes, el equivalente al 83 por ciento. Tampoco informó de trabajos nocturnos en el 93 por ciento de las ocasiones.

“Así pues, de acuerdo con información oficial desconocemos lo que hace Felipe Calderón entre las 4 y las 10 de la noche. Hay tres explicaciones: a) la página es opaca; b) dedica esas horas a reuniones con sus colaboradores; c) es posible que, como me han comentado desde hace varios años personas bien informadas, aparezca el presunto descontrol presidencial. Es imposible ir más allá porque el Instituto Federal de Acceso a la Información lo considera un asunto privado”, escribe Sergio Aguayo este miércoles en un artículo publicado en el periódico Reforma.

El tres de febrero del año pasado, el diputado del PT Gerardo Fernández Noroña colocó una manta en el Congreso acusando al presidente Felipe Calderón de tener problemas de alcoholismo. En consecuencia, la periodista Carmen Aristegui preguntó al aire en su noticiero de MVS si el mandatario sufría esta condición.

Ese cuestionamiento le valió a Aristegui que fuera despedida por el presidente de MVS, Joaquín Vargas, quien posteriormente reconsideró la decisión y la recontrató.

Sin duda alguna, a Felipe Calderón se le hacían cortas las horas para poder entregarle su Presidencia a su sucesor y ahora sí poder irse de farra disfrutando de una opípara pensión presidencial vitalicia más que suficiente para poder estar empinando el codo todos los días con Dom Perignone brindando a la salud del que llegó a la silla presidencial en el 2006 haiga sido como haiga sido. Y sin duda alguna, también al pueblo de México también se le hacían cortas las horas para despedir al presunto borrachín que tal vez en algún momento de arrepentimiento empezó a brindar por cada uno de los más de 60 mil cadáveres acumulados como resultado de su desastrosa guerra de legitimación en contra del narcotráfico. A un brindis por cadáver, la farra todavía puede durar muchos años, y al morir seguramente el cadáver se conservará incorrupto, dada la conocida capacidad del alcohol para preservar una gran cantidad de cosas.

¡Salucita! ¡Hic, hic, hic! Y usted dispense. Hasta la próxi... ¡hic!... ma.